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INTRODUCCIÓN


La música está presente en todo momento tanto en el aula como fuera de ella por lo que la utilizaremos como un recurso lúdico con la que los niños y las niñas se van a sentir muy motivados. Es evidente que los niños disfrutan con la música y uno de los medios más representativos para introducirlo en educación infantil son las canciones, ya que ofrecen multitud de posibilidades educativas y sobre todo si éstas se apoyan con gestos, movimientos y palmadas.

Por ello, antes de comenzar con el portafolio musical, consideramos necesario tratar las razones de por qué es importante así como necesario trabajar las canciones y audiciones en Educación Infantil y desarrollar con ello la percepción auditiva de los niños/as.

Según, Pilar Pascual Mejía, cantar supone una actividad positiva a lo largo de la escolaridad y, especialmente, en la etapa de Educación Infantil, por ello, a continuación presenta algunos argumentos que lo verifican.

Canción como medio de expresión: La canción es una composición poética de carácter popular escrita para ser cantada. El canto es un medio idóneo para la expresión musical y personal, lo que viene a ratificar que todos los niños deben cantar, no sólo los dotados, sino que el canto favorece especialmente a los de “mal oído”.

La canción es un instrumento de comunicación porque existen grandes conexiones entre la canción y la expresión: cantar supone un acto afectivo y de expresión de estados de ánimo (alegre, triste, jocoso, etc.), que tiene implicaciones grupales, lúdicas y afectivas.

Según Gaston Thayler (1968), el alumno de Educación Infantil debe desarrollar capacidades relacionadas con las primeras manifestaciones de la comunicación y el lenguaje y con el descubrimiento sonoro del entorno cercano en que vive, formarse una imagen positiva y ajustada de sí mismo y adquirir un cierto grado de autonomía personal.

Canción y expresión verbal: Cantar es continuación de hablar. A través de la palabra la canción es, además, un acto comunicativo porque a lo largo de la historia se han inventado coplas, estribillos, canciones, adivinanzas, trabalenguas, juegos de suerte con los que la comunidad expresa ideas, sentimientos, acontecimientos, etc. El canto favorece el desarrollo del lenguaje en su faceta comprensiva y expresiva, enriquece su vocabulario y cumple una importante función diagnóstica y terapéutica de dificultades en el desarrollo del lenguaje.

Canción y formación integral: El desarrollo de la educación vocal favorece el desarrollo global de distintas capacidades que conforman la educación integral de los alumnos. Según Calvo y Bernal (2000), por medio de la canción educamos el oído, la voz y el ritmo, a través de aspectos tales como la relajación, la respiración o la memoria.

Específicamente desarrolla los aspectos de la educación para la salud porque trabaja las habilidades de educación vocal: respiración, articulación, emisión y colocación o impostación de la voz; además, el canto exige la adopción de una adecuada postura corporal. Desde el punto de vista artístico, contribuye al desarrollo del gusto y la sensibilidad estética.

Por otro lado, la voz hablada tiene un importante valor educativo, ya que es el medio más relevante en la comunicación interpersonal. A lo largo de la Educación Infantil, los niños deberán tener ocasión de experimentar distintas manifestaciones de la voz en diferentes situaciones lúdicas y dramáticas.

Canción y educación emocional: El canto es una actividad gratificante que contribuye al desarrollo de la inteligencia emocional: implica a la totalidad de la persona, genera satisfacción, autoestima y pone en marcha los mecanismos de la motivación, el autocontrol y las relaciones sociales. Es un importante medio de socialización e integración social.

Emocionalmente, el cantar juntos produce una profunda sensación de armonía y de unión que el niño va a aprender a manifestar cuando se relacione con sus compañeros, profesores y otros adultos.
El canto, globalizador de las otras áreas de la educación musical: El canto es el que mejor sintetiza los elementos musicales, ya que en él se encuentran todos los elementos de la expresión musical sin necesidad de manejar el lenguaje musical; además favorece la audición interna de la propia voz (Ferrer, 2001).

Según Calvo y Bernal (2000), la canción infantil constituye una de las bases sobre las que apoyarnos, pues en ella están todos los elementos de la música: el ritmo, la melodía, la armonía y la forma. El canto trabaja también, entre otras, las siguientes capacidades desde el proceso educativo musical:

·        Captación rítmica, melódica, de las cualidades del sonido, y de la estructura o forma de la música.
·        Interiorización y memorización rítmica y melódica.
·        Expresión de matices de intensidad y expresión por el movimiento.
·        Improvisación creativa e interpretación de instrumentos sencillos.
·        Conocimiento de su propia voz al hablar y al cantar.
·        Familiarización con el conocimiento de la música.
·        Práctica de grafías convencionales y no convencionales.

Pilar Pascual, defiende que en la Educación Infantil se debe tratar la voz como un primer instrumento musical de carácter prioritario. La importancia de la educación vocal en dicha etapa radica en que el canto aúna las funciones motora y verbal, controla el aparato respiratorio, favorece asimismo la educación afectiva, como portadora de valores, y entronca con otras materias escolares. Cantar conlleva, por último, una educación rítmica, vocal y auditiva que será el punto de partida para actividades musicales posteriores. Especialmente en la Educación Infantil, el canto y la canción son el mejor medio para iniciar la educación musical, ya que facilita trabajar al mismo tiempo el ritmo, la melodía y la armonía.

Por todo ello, es por lo que hemos de trabajar los contenidos mediante canciones, audiciones y cuentos motores, pues es la mejor forma que tienen los niños de ir desarrollando su propia autonomía y construir sus propios conocimientos.

También, hemos de tener en cuenta que los niños a estas edades están continuamente jugando, pues es su forma de entender la realidad, ya que es un instrumento de pleno derecho que suele estar presente en todas las aulas, y que supone un medio de aprendizaje y de expresión. El juego a estas edades supone un aspecto esencial para el desarrollo íntegro del niño, es decir, desarrollo de todas sus capacidades. No sólo es diversión, sino que también es descubrimiento, afianzamiento, aprendizaje sobre cosas y relaciones. Los niños mediante el juego desarrollan la curiosidad, el lenguaje, la cooperación, la exploración, la expresión musical, la autonomía, el control de las emociones, las habilidades sociales y comunicativas, así como motoras.

Gracias a la música se puede interpretar a través de la voz, del propio cuerpo y con los gestos. En la escuela, debemos proporcionar a los niños y niñas la audición de distintos tipos de obras musicales, que le permitan conocer algunos fragmentos y obras musicales de compositores famosos como Mozart. Además, van a participar en producciones musicales no sólo con las canciones sino también con las danzas infantiles tanto de forma individual como de forma colectiva.

Además, en la Orden del 5 de Agosto de 2008 por la que se desarrolla el Currículo en la E.I en Andalucía, se establece que “los niños introducen la música en sus actividades cantando mientras juguetean, dotando de personalidad y significados simbólicos a los objetos”. Por ello, como docentes hemos de crear un clima de seguridad y afecto que permita al niño participar activamente, experimentar con objetos, y sobre todo, aprovechar las situaciones en las que estén involucrados en contextos de la vida cotidiana en la que puedan experimentar con sus propias posibilidades sonoras, mediante el movimiento corporal, la voz, y los objetos. Así como la utilización de instrumentos musicales, cuidando el material y disfrutando de ellos con los compañeros.

Para concluir decir que la música en Educación Infantil debe convertirse en la base a partir de la cual se enseñe música en Educación Primaria y Secundaria, por tanto ésta ha de ser firme y consistente. Antes de llegar a la escuela sus vivencias musicales están centradas en su casa y en el juego con las familias a través de las cuáles los adultos se comunican con los niños. Estas vivencias musicales hacen que haya una importante diferencia entre los niños que llegan a Educación Infantil.

Con respecto a la educación auditivaPilar Pascual Mejía aporta lo siguiente:
“Se han realizado numerosos estudios que han demostrado la importancia que tiene la música para favorecer el desarrollo en la infancia de ahí que muchos autores recomienden la iniciación de forma temprana debido a los beneficios que les puede aportar en esta etapa”.

La necesidad de una educación auditiva temprana tiene su primer argumento en la precoz formación del sistema auditivo. Zoltán Kodály señala que el sonido y la música son innatos al hombre y se presentan en los primeros meses de vida. Suzuki va más allá, haciendo hincapié en que el niño es sensible a los sonidos ya en el vientre de la madre. Tomatis (1969, 1977), afirma que en la séptima semana de gestación, el feto puede empezar a oír y que, alrededor de la semana diecisiete, todos los sistemas sensoriales son operativos. Por lo que el feto percibe numerosas vibraciones, sin embargo, es capaz de oír y posee memoria auditiva, pero no es capaz de comprender aquello que escucha. La capacidad auditiva se va desarrollando rápidamente en las primeras etapas de la vida, en estrecha conexión con la expresión verbal, vocal y corporal.

Por otro lado, la educación auditiva es una necesidad en un mundo tan sonoro como el nuestro en el que los sonidos del ambiente, la música ambiental y la comercial nos invaden con gran persistencia. Carvo y Bernal (2000) afirman que es necesario que los niños, desde muy pequeños, aprendan a escuchar y que tomen conciencia del ambiente sonoro, de los sonidos que les rodean y que forman parte de su entorno habitual. Postulan que hay que acostumbrarlos a escuchar, a jugar con los sonidos, a percibir sus parámetros, a elegir entre sonidos agradables y desagradables, sonidos de nuestro cuerpo o del exterior, y a escuchar el silencio de manera que se fomenten en el niño todas sus facultades sensoriales.

En muchas aulas de Infantil, se utiliza la música de fondo de manera indiscriminada y frecuente, como sonido de fondo para absorber ruidos extraños o como acompañamiento a otras tareas. Sin embargo, este tipo de prácticas no favorecen la educación auditiva, ya que “si la actividad no se relaciona con la música, en realidad se está pidiendo o bien que no escuchen la música, o bien que no se concentren en la actividad asignada” (Aronoff, 1974: 61).

La educación auditiva es la base de la educación musical, ya que se hace imprescindible para desarrollar la percepción sonora, pero también para la expresión vocal, corporal e instrumental. Hemsy de Gainza otorga a la educación auditiva un rango prioritario en relación con las áreas de expresión.

Por otro lado, distintas investigaciones avalan la importancia de la audición, no sólo desde el punto de vista del desarrollo musical, sino también desde el general.

Así, Abadie y Gille (1973) otorgan especial significación a la pedagogía de la escucha, porque ésta desarrolla las facultades de concentración y de atención al marcar las diferencias entre oír, percibir a través del sentido del oído, y escuchar; supone entender, comprender, prestar atención. Proponen además que, se utilicen técnicas que permitan al niño aprender a escuchar y a pasar de una escucha global y superficial, preparatoria, a otra más concreta, con la que se intenta identificar de manera más precisa el sonido.

Por ello, como docentes hemos de ofrecer situaciones en las que haya que poner en juego las posibilidades motrices de los niños/as para así desarrollar el lenguaje corporal de los niños, así como materiales diversos para la experimentación creativa de los recursos básicos de la expresión corporal.

Hemos de tener en cuenta que todo, desde la estructuración del aula, su organización, la secuencia de actividades, nuestra actuación docente, hasta las agrupaciones, los materiales, los instrumentos musicales, los espacios, etc. ha de conllevar una reflexión sobre los objetivos y contenidos que se pueden desarrollar con cada uno de ellos.

Hemos de centrarnos en los intereses de los niños, así como en sus curiosidades y motivaciones y, sobre todo, partir de ellos para poder conectar los aprendizajes con la vida real de los niños.

Como bien dice Paniagua y Palacios (2005), la vida cotidiana constituye uno de los ejes centrales para la organización y la globalización de los aprendizajes en las escuelas infantiles, sobre todo, el logro de una creciente autonomía. El papel de los docentes es hacer que los niños pasen de una moral heterónoma, caracterizada por estar bajo la supervisión de un adulto, y en la que existe la independencia en el sujeto; a una moral autónoma, basada en las actuaciones que uno hace por su propio convencimiento, porque piensa que está bien, por lo que el sujeto utiliza su propio criterio.

Por otra parte, en bastantes centros educativos la educación de estos hábitos de autonomía es muy deficitaria, al considerarlo aprendizajes de segundo orden o, incluso, cuestiones del ámbito familiar. Por suerte, hay muchos centros que no dudan que estos aspectos requieren un abordaje educativo esencial, buscando respuestas adecuadas y aprovechando las diversas circunstancias para trabajar sobre los hábitos como actividades educativas globales.

Además de su aprovechamiento cognitivo y social, Paniagua y Palacios defienden que, el juego tiene una gran utilidad emocional, porque a través de la música se expresan muchos conflictos y se resuelven muchas tensiones. De esa forma, señalan estos autores, que los niños y niñas nos muestran su mundo, nos cuentan sus preocupaciones o tensiones y al mismo tiempo las expresan y liberan.

Debemos por ello, aprovecharlo para introducir a través del juego la música mediante canciones, juegos motores, audiciones, etc. por lo que es tan importante para ellos tener oportunidades para dar salida a todo el caudal de conocimientos y emociones, de exploración y expresión, que el juego contiene. Los docentes serán los encargados de crear situaciones en la que los niños puedan reconocer sus propios sentimientos, necesidades, emociones e intereses, así como saber desarrollar la empatía en ellos.

Sin duda, pensamos que el lenguaje se ve favorecido por la participación de los niños en situaciones significativas de la vida cotidiana que se pueden representar mediante la música, de forma que se vayan creando condiciones para que las habilidades comunicativas de los niños se desarrollen y amplíen.

Como aluden Paniagua y Palacios, es una suerte que la gran expansión del lenguaje en los niños/as ocurra en los años de la Educación Infantil porque brinda al entorno educativo la posibilidad de aprovechar el inmenso potencial del desarrollo del lenguaje, siendo éste la herramienta del pensamiento, ya que un lenguaje rico y variado responde a un conocimiento de la realidad complejo y matizado. Por ello, como docentes hemos de crear en el aula contextos en los que sea posible llevar a cabo diálogos para que los niños utilicen el lenguaje oral como instrumento de comunicación, representación, aprendizaje y disfrute, adoptando una actitud positiva hacia la lengua.

BIBLIOGRAFÍA




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